Mi Hijo Es Un Loro
Imagina que llegas a casa después de una larga jornada laboral y te dispones a organizar lo que queda del día y planificar la mañana siguiente. De repente, papá entra y, en el primer intento de diálogo, ¡BRUUUUMMMM! Tu pequeño, tan adorado, suelta una ráfaga de palabras como si fuera una metralleta, impidiéndote siquiera disfrutar de un bocado. Seguro te ha pasado: justo cuando estás en medio de una llamada o conversando con alguien, tu hijo se adelanta con su torrente de palabras. Es frustrante, ¿verdad? Si has buscado un control remoto con botón de “mute” para niños, lamento decirte que no existe. Pero aquí tienes la buena noticia: este comportamiento es normal y adecuado para su edad, ya que está aprendiendo a usar el lenguaje en distintos contextos sociales.
Durante sus primeros años, animamos a nuestros hijos a hablar, a saludar, a compartir pensamientos, ideas y sueños con esa inocencia maravillosa. Sin embargo, poco después les pedimos que guarden silencio. La verdad es que no queremos que se callen, sino que aprendan a esperar su turno. Enseñarles a hablar resulta tan esencial como enseñarles las reglas de una conversación bidireccional, lo que conocemos como “conversación por turnos”, una habilidad fundamental en la comunicación social y pragmática.
¿Cómo aprenden esta habilidad?
Simplemente observando a los adultos a su alrededor, aunque a veces necesitan una guía adicional. Mientras conversamos, nuestro cerebro trabaja a toda máquina: monitorea las palabras de nuestro interlocutor, analiza su lenguaje corporal para interpretar emociones y formula una respuesta. Recupera palabras de la memoria, las organiza en el orden correcto, ordena los fonemas y envía señales a los músculos para articularlas. ¡Es asombroso! No es casualidad que tu hijo de 5 años use un lenguaje más sencillo con su hermano menor que cuando conversa con un adulto o un compañero de su edad.
Además, tu hijo o hija ya empieza a aprender las “reglas ocultas” del lenguaje social: la distancia adecuada al hablar, cómo mantener el tema, cuándo comentar y la importancia de las expresiones faciales y el contacto visual. Y, por si fuera poco, también debe aprender a esperar su turno para intervenir.
Si te identificas con la dificultad de que tu pequeño no se detenga a esperar, ¡no estás solo! Aquí te comparto algunos consejos prácticos que aplico tanto en la clínica como en casa para fomentar la conversación por turnos y reducir las interrupciones.
“Quiero hablar”
Comienza enseñándole a observar. Explícale que debe mirar tu rostro y tus labios: si estás hablando, notarás que tu boca se mueve y que miras a la persona con la que conversas. Cuando desees llamar tu atención, dile “quiero hablar” (o la frase que prefieras). No se trata solo de modales, sino de entrenar a tu hijo para reconocer quién está hablando. Elogia cada vez que use esa frase y ofrécele atención inmediata para reforzar el comportamiento. La repetición y la constancia, ya sea durante una, dos o tres semanas, harán que este aprendizaje se consolide.
“Ya estoy contigo”
Una vez que domine la frase “quiero hablar”, notarás que te la repetirá insistentemente: “¡Mamá, quiero hablar, quiero hablar!”. Es el momento perfecto para sentarte con él y explicarle que, aunque te encante escucharle, a veces no puedes interrumpir lo que estás haciendo y es importante esperar su turno. Dile, por ejemplo, “te escuché, ya estoy contigo”, para que sepa que le has oído y que pronto tendrá tu atención. Aclara además que cuando gires tu cara para mirarlo, significa que estás listo para conversar. Este pequeño gesto le enseña no solo a esperar, sino también a mantener la atención en el interlocutor.
Practicar con juegos
Esta es mi parte favorita. Para enseñar a no interrumpir, recuérdale que los niños aprenden imitando. Así que, ¡muéstrale con el ejemplo! Elige un juego que le guste y que se juegue en pareja o en grupo, como el juego de la memoria, aunque puede ser cualquier otro. Durante el juego, cada turno—ya sea al sacar una carta o al tirar un dado—se convierte en una oportunidad para decir “es mi turno” o “ahora es tu turno”. Refuerza con frases como “cuando es mi turno, miro y escucho” y “ahora es tu turno y yo no puedo hablar”. Mantén la actividad relajada y divertida: el objetivo es aprender jugando, sin agobiarlo con demasiadas reglas.
Un último consejo
Si te preocupa que tu hijo no esté alcanzando los hitos del habla, del lenguaje o de la comunicación propios de su edad, consulta con tu pediatra. Él sabrá orientarte y, de ser necesario, derivarte a un fonoaudiólogo.
Recuerda: cada interrupción es una oportunidad para reforzar estos aprendizajes y construir un futuro de conversaciones fluidas y respetuosas.
¡Tú puedes lograrlo!